Asimismo, las personas con las que me pongo en contacto tienen efectos impredecibles, por lo que trato de evitarlas. La amabilidad y el cariño al encontrarlas hacen que una se sienta peor. Un saludo jovial del vendedor de un negocio puede hacer que una se largue a llorar y seguramente no será un incentivo para seguir comprando.
Ver a otras personas felices o eficientes ocupadas hace que me dé cuenta de cuan inutil soy, y qué desvalida es la situación en que me encuentro. Surgen enormes impulsos de resentimiento al tener que enfrentar las necesidades perfectamente razonables de los demás.
Jack Dominian
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