9 de septiembre de 2009

Un dolor insistente parece querer llamar mi atención en alguna parte de mi cuerpo, pero cuando trato de localizarlo cambia de lugar. Quiero llorar pero tengo que darme permiso para hacerlo. No quiero que nadie me pregunte por qué lloro; quiero que lo sepan y lo acepten sin tratar de hacerme sentir mejor.
Quiero irme a la cama con una pava de agua caliente y una taza de té y que nadie me moleste.

No hay comentarios: