21 de junio de 2009

Soñar cuesta

No hace mucho que soñaba. No hace mucho que la vida se extendía ante mí, llena de retos, de ilusiones, de buenos momentos. Creí que sabía que podía perder, pero no me importaba, porque lo que podía ganar hacía que valiera la pena todo el esfuerzo. Me levantaba cada mañana con una sonrisa, y me enfrentaba con ánimo a los días, a veces duros, que me aguardaban. Soñaba con que nada de lo que pasara podría hacer que me rindiese. Es verdad, en el fondo pensaba que todo saldría bien. Soñaba contigo y conmigo, con nosotros, con nuestra felicidad.

Pero la vida no es un sueño. La vida se encargó de matar el sueño que soñé.


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